Defensa Pública contribuye a mejorar la calidad de vida de una niña

Lili es una niña de 6 años, encerrada en un cuerpo que le es ajeno. No puede caminar, comer por su cuenta, ni hablar. Padece de múltiples enfermedades que le impiden realizar dichos movimientos.

De pequeña la mamá podía cargarla para movilizarse, pero a medida que iba creciendo todo se hizo muy difícil.

Para Lili, su movilidad resultó todo un desafío y requería de una silla de ruedas adaptada para poder desplazarse con seguridad y comodidad. Sin embargo, la familia no contaba con los recursos necesarios para adquirir este equipo fundamental para mejorar su calidad de vida.

La madre tenía representación de la Defensa Pública en un caso de asistencia alimenticia. En una de las audiencias, la defensora pública de Villarrica, Carolina Quintana, al observar la situación decidió actuar. Con nobleza y determinación, se dedicó a buscar soluciones y recursos para conseguir la silla de ruedas tan necesaria para la pequeña. Realizó la gestión necesaria ante la Gobernación de Villarrica y consiguió la silla de ruedas.

La emoción y alegría en el rostro de la pequeña y su madre, al recibir este regalo invaluable, eran indescriptibles. La silla de ruedas no solo representaba una herramienta de movilidad, sino también un símbolo esperanzador de mayor independencia.

La defensa pública, más humana y cercana a las personas, demostró que el verdadero valor de su labor va más allá de las paredes de un juzgado.

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