Sebastián tenía 8 meses de edad, vivía en una ciudad a orillas del río Paraguay -en una pequeña casita- junto con su mamá y su abuela. Él no fue reconocido por su papá al nacer y su mamá es una persona con discapacidad auditiva, con dificultades para comunicarse -desconoce la lengua de señas-.

La relación de la mamá y el papá de Sebastián, era conflictiva. El papá inició una demanda por maltrato – ante el Juzgado de Paz – contra de la mamá de Sebastián en base a una imagen donde se veía la mano de una persona lastimando el rostro del niño. De inmediato éste, envió la imagen a la actuaria del juzgado quien más tarde dio aviso al juzgado y la defensoría pública.

La defensora pública, Jariesa Bareiro, -al enterarse de la situación- acudió hasta la casa de Sebastián en compañía de la jueza de paz para corroborar lo que pasaba. En el lugar, conversaron con la abuela del pequeño y finalmente, como medida cautelar de urgencia, Sebastián quedó bajo los cuidados de la abuela mientras se investigaba la denuncia.

Horas después, la jueza de la niñez y la adolescencia visitó la casa de Sebastián y ordenó su traslado al hospital de la ciudad y su posterior abrigo en una entidad. Considerando que no se reunían los requisitos para tal medida, la defensora solicitó ante el juzgado el cumplimiento de las 100 Reglas de Brasilia y la Ley 6486/2020 -Sebastián debía quedar en guarda con su abuela-, pero el pedido fue rechazado.

Ante la negativa, la defensora del niño planteó un recurso de queja por retardo de justicia –también rechazado-, luego presentó una queja por apelación denegada, que fue rechazada nuevamente. Sin quedarse de brazos cruzados, la defensoría presentó un pedido de nulidad y apelación ante la Cámara de Apelaciones.

Transcurrieron 2 años y Sebastián seguía en abrigo, ínterin ello, su papá lo reconoció ante el Registro Civil. La investigación de maltrato infantil fue corroborada. El niño había crecido lejos de su familia y sus vínculos cercanos.

Finalmente, la Cámara de Apelaciones hizo lugar al pedido de la defensora y ordenó la guarda de Sebastián con su abuela materna -quien ya vivía sola en la pequeña casa- y en cuanto al régimen de relacionamiento de Sebastián con su mamá, el tribunal resolvió que la madre debía iniciar gestiones para vincularse con su hijo.

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