Liliana es una joven mujer indígena, madre de 5 niños, el menor de ellos, aún en periodo de lactancia. Ella vive con su pareja actual, -Julián- de quien se encuentra embarazada de unos pocos meses. Es ama de casa, y a pesar de la difícil situación económica que atraviesan, sustentan su hogar dignamente.

Una mañana, mientras Julián cuidaba de los niños, Liliana fue a comprar pañales de la despensa que quedaba solo a 30 metros de su casa, allí la atendió Don Porfirio, de 74 años de edad, que la invitó a pasar dentro del local para buscar lo que necesitaba.

Mientras se acercaba a la góndola donde estaban los pañales, Liliana sintió que la empujaban hacia una esquina de la habitación y contra la pared, el peso del cuerpo de Don Porfirio fue casi incontrolable. Intentó defenderse, pero se dio cuenta que en una de las manos de su agresor, había un cuchillo.

Esos pocos minutos de forcejeo parecían horas. Con las manos cortadas y sangrando, Liliana consiguió apoderarse del cuchillo. Intentó escapar, pero el hombre nuevamente se le abalanzó encima. Con profundo miedo, pero convencida de salvarse, Liliana hirió a su agresor, lo dejó en el suelo y huyó.

En su casa, llamó a la policía y se puso a disposición de la justicia mientras la familia de Don Porfirio lo derivaba hasta el hospital en donde se dio su deceso. Liliana fue puesta a disposición de la fiscalía y el juzgado competente. Al momento de su aprehensión se acreditó su condición de mujer embarazada y con un hijo lactante, por lo que obtuvo arresto domiciliario.

 En juicio oral y público, en donde el defensor Amado Alvarenga, -acompañado del perito de la Asesoría de Pueblos Indígenas de la defensa pública, Aníbal Valdez-, ejerció su defensa, consiguió la absolución de reproche y pena de Liliana, argumentando que actuó dentro de los parámetros de la legítima defensa.

Defensor Público del Fuero Penal de Horqueta, Amado José Alvarenga.

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